VALDIVIA 13/11/2018
Salimos del hotel de Curicó temprano, afortunadamente llegamos a la Terminal con bastante tiempo, donde nos dicen que el bus no hace su parada allí y que tenemos que coger el bus en la Alameda, muy cerca de nuestro hotel. Así que volvemos nuestros pasos para poder coger el Turbus que nos llevará a Valdivia. Después de varios minutos de caminata con la congoja de perder nuestro bus, por fin llegamos a una pequeña estación de buses donde solo caben unas 6 personas, contando al vendedor de los billetes y al anciano portamaletas que tanto abundan en este país. Subimos a nuestro autobús y emprendemos nuestro viaje satisfechos de no haber perdido el bus. Nos quedan 7 horas de viaje, por la panamericana. Aunque los autobuses son cómodos no deja de ser trayectos tremendos. Por fin llegamos a Valdivia; finalmente han sido 9 y 1/2 horas. Y después de coger un bus urbano, llegamos a la cabaña de Luciano, en la calle Ernesto Riquelme. Es una cabaña toda de madera, como la de los colonos americanos. Luciano y su perro nos están esperando, y después de dejar las cosas entablamos amistad con Luciano: gran conversador y magnifico anfitrión. Aunque la cabaña es auténtica, no parece que ofrezca las comodidades de los anteriores alojamientos, pero pronto nos adaptamos al lugar.
COSTANERA |
Empieza a atardecer y Luciano nos recomienda ir a una zona donde abundan las cervecerías y restaurantes. Es la zona de la movida Valdiviana!!. Nos dirigimos a la cervecería que nos recomendó Luciano: el Growler, una cervecería muy chic con gran ambiente, tomamos un par de schops y un balde de verduras, (literalmente es un balde de cinc lleno de verduras u otros alimentos de la carta) que lleva desde manzana, nuez y gajos de papas con monda, hasta otras hortalizas salteadas. Muy bueno y agradable. Volvemos a la cabaña, ya a media noche. Al pasar por el puente empezamos a oir mucho ruido, observamos como si hubiera gente bañándose, pero ¡¡Sorpresa!! no son gente: son Leones Marinos que descansan encima de unas plataformas flotantes del rio y se zabullen en el agua con estrepitoso ruido. Estamos extasiados, son nuestros primeros leones marinos.
DÍA 14/11/2018
Nos dirigimos a Europcar a por nuestro auto de alquiler, pero el día está muy lluvioso y apenas podemos disfrutar del enclave tan bonito que tiene este lugar de la región de los Ríos. Recorremos toda la costa norte de Valdivia hasta Curiñanco y vamos bajando. Apenas podemos bajar a ver las playas tan bonitas que nos encontramos. Paramos a ver el fuerte en Niebla, uno de los pocos vestigios que quedan de la época colonial. El pueblo chileno tiene muy mal concepto de la época de la colonización española, como es normal por todos los pueblos que han sufrido el colonialismo.
Comemos en los Molinos, un buen restaurante, Bahía, donde yo me pido corvina en salsa Bahia y Manolo una carne. Acompañamos con vino Santa Emiliana. Proseguimos ruta bajando hasta Niebla, y allí tomamos el ferry para pasar al otro lado de la bahía, hasta Corral. Pero es imposible ya aprovechar más este día tan lluvioso que no nos da tregua, y nos vamos a Valdivia a devolver el coche. Volvemos al Growler a recrearnos un rato con el buen schop que nos sirven. Y regresamos a casa.
Vacas sueltas volviéndose a casa por el mal tiempo. ¡¡como nosotros!! |
DÍA 15/11/2018
Amanece un día precioso de sol y decidimos tomar un autobús hasta Niebla para disfrutar lo que el día anterior no pudimos por culpa de la lluvia. Vamos caminando hasta la Costanera para coger el bus que nos lleve a Niebla. En la Costanera nos encontramos con un bullicioso mercado, donde se venden todo tipo de artículos, especialmente pescado. Filmando el mercado nos llevamos una gran sorpresa: ¡¡Leones Marinos!!. Los machos mas dominantes ocupan los mejores lugares del mercado, para aprovechar los despojos de pescado que los pescadores descartan.
MERCADO DE LA COSTANERA |
Macho enorme dentro del mercado. Son los privilegios de ser el más grande. |
Tomamos uno de los numerosos buses que comunican Valdivia con sus zonas limítrofes. Nuestro destino es Niebla otra vez, el mal tiempo del día anterior nos había privado de ver en condiciones este hermoso lugar. Una vez llegados, empezamos nuestro recorrido caminando desde Niebla, vamos entrando en las playas, majestuosas, largas, llenas de Luz. Volvemos a entrar en el fuerte para hacer los recorridos que se ofrecen con vistas a la bahía, y repetimos también la visita al museo histórico, donde coincidimos con un colegio donde se les explica la crueldad de los españoles y la lucha patriótica de los Mapuches. La represión que sufrió la población por parte de los españoles; las represalias de los indígenas, quemando los poblados de aquellos; la recuperación de la ciudad por parte de los españoles con la hambruna y muerte posterior de la mitad de sus habitantes; los ataque de los holandeses.....
A la salida compro un par de pulseritas de lapislazuli (piedra semipreciosa de Chile) por 5000 pesos. Un chollito!!
FUERTE DE NIEBLA |
Pequeño puerto de pescadores de Niebla. |
Este día comemos en don Carlitos, recomendado por un anciano lugareño con el que hablamos en la playa. Realmente es una comida casera que acompañan de un café frío (taza de vino tinto). Un pollo en su jugo con arroz y róbalo frito con papas fritas. El sitio auténtico. La señora cocinaba, él servía, y suponemos que don Carlitos es el padre, que más tarde llegó para comer, su nieto y una sobrinita. Allí estábamos en ese humilde y acogedor comedor.
Una vez terminada la comida, nos despedimos de la familia y seguimos nuestro recorrido hacía Valdivia, caminando al borde de la costa. Vamos descubriendo sitios maravillosos que por culpa de la lluvia del día anterior, no pudimos disfrutar. Después de mucho caminar y algo cansados, decidimos tomar (no coger) el bus, que nos lleva a Valdivia.
Después de descansar un poco en la cabaña, decidimos pasear por la parte baja de la costanera, y nos encontramos un barrio de casas de estilo alemán. todas hechas de madera, de la época de la gran emigración alemana tanto en Chile como en Argentina, donde crearon comunas agrícolas muy cerradas y de dudosa ideología. Ahora bien, hay que reconocer su contribución en la elaboración de una magnifica cerveza, tanto en Chile, como en Argentina.
Decidimos cambiar de rutina y en vez de al Growler, nos dirigimos a una zona más al este de la ciudad, donde nos tomamos un schop en el piso alto, con un montón de jóvenes ocupando diferentes mesas y buena música con los vídeos correspondientes proyectados.
Al llegar a la cabaña, charlamos un ratito con Luciano y nos despedimos de él, porque al día siguiente tenemos que madrugar mucho para tomar (coger) el bus a Osorno a las 8 h de la mañana. Luciano muy amable nos pide el taxi que nos estará esperando a las 7:30 h. para llevarnos a la estación del bus.
Como suele ocurrir, hemos cogido (perdón) cariño a la humilde cabaña, a Luciano y a su querido perro; aunque ocupase permanentemente el sofá, y nunca nos dejase sentarnos en él. Bueno la verdad es que nunca lo intentamos: demasiados pelos!!!
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