ANCUD 20/11/2018
Hoy ha vuelto a amanecer nublado y con lluvia. Estamos un poco decepcionados con el clima, que nos está fastidiando un poco nuestro viaje por esta hermosa isla. Mara decide quedarse en la cabaña. Aprovechará para estudiar. Manolo y yo nos vamos hacia la península que hay pasado Ancud. Vamos recorriendo en coche los distintos puntos que César (de Dalcahue) nos había recomendado, y los paisajes son realmente bonitos. Todo tan verde, tan solitario, mar por todas partes. Es un verdadero espectáculo para los sentidos. Además parece que el clima se apiada un poco con nosotros, ha dejado de llover y de vez en cuando sale un poco el sol
CABAÑA CERCA DE ANCUD |
Paramos primeramente en Ahui, y visitamos el fuerte que está situado en el extremo de la península, con vistas a todo el océano abierto, y con cañones que supone protegían la entrada de los buques en la bahía. Este tipo fortificación están por varios puntos estratégicos, protegiendo el acceso a Ancud. Hay que tener en cuenta que Chiloé fue el último bastión que resistió por parte de los españoles a la independencia de Chile. A los barcos les costaba entrar en esa zona, que además era clave para controlar el comercio a través del estrecho de Magallanes.
Bajamos hasta la playa solitaria. Únicamente las gaviotas de aquí y una pareja de patos que ante nuestra presencia se van de la orilla hasta el agua. Estamos de suerte, durante casi todo el viaje somos los únicos seres humanos en medio de esta naturaleza virgen.
Continuamos hacia Faro Corona, pero aunque la vista también es muy buena no ofrece ningún pequeño recorrido a pie, por lo que continuamos trayecto hacia Chauman y playa Rosaura. El recorrido es precioso, praderas verdes con vacas y naturaleza virgen por todas partes.
Salimos de Lampe ínsula y nos dirigimos hacia Puñihuil, que el día anterior nos indico nuestro anfitrión de Ancud, Miguel Ángel. Nos sorprende encontrarnos en lo que parece el fin de esas tierras, ya que la carretera desemboca directamente en la playa. Otro lugar espectacular!!!.
Los lugareños recorren con sus rancheras la playa de una lado a otro. Es un poblado de pescadores, que también se sacan un extra llevando turistas a ver pingüinos.
La bandera chilena está por todas partes. El chileno es un pueblo muy orgulloso de ser chileno. |
Ya tenemos hambre, así que antes de nada nos dirigimos al segundo restaurante, llamado La Bahía, donde Miguel Ángel nos había recomendado tomar la empanada de locos: una empanadilla tamaño XL rellena de unas lapas también enormes y condimentada con diferentes especias de las que resalta el comino. Manolo se pide una empanada de camarones, y compartimos un chupe de centolla con queso gratinado y orégano, que está sabrosísimo. Todo acompañado esta vez por un vino blanco suave: Misiones de Rengo, de uva sauvignon. Le pido una empanada de locos para llevársela a Mara, aunque finalmente la cené yo.
Después recorremos la playa hasta el extremo izquierdo, donde comienza la reserva natural y está prohibido pasar. Es una zona que habitan la pingüinos, al igual que los islotes que se sitúan en los laterales de la playa. De hecho hay barcos que salen desde aquí para acercarse y avistar pingüinos, pero entre que nos dicen que no hay muchos ahora mismo y que Mara no está con nosotros ahora y que en península Valdés contamos con verlos, no hacemos la ruta y nos volvemos ya para la cabaña.
El tiempo vuelve a empeorar, y decidimos pasar por Ancud para hacer unas compras y cenar con Mara, al calor de la chimenea.
Mañana temprano, recogeremos todo y nos dirigiremos de vuelta a Osorno para devolver el vehículo, y al día siguiente emprender nuestro viaje por la Patagonia Argentina.
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