EL CHALTÉN 28/11/2018
No oímos el despertador que dejé cargando en el baño, y nos despertamos a las 8 de la mañana. Así que hasta las 8:45 no salimos. Recogemos en la carretera a una chica brasileña de 21 años, María, que también iba a El Chaltén, cargada con una enorme mochila. Nos cuentan que salió de su pueblo hace 3 meses. Ya estuvo en Ushuaia y en Bariloche. Trabajó allí para poder continuar el viaje, y hace coachsurfing para quedarse a dormir, y a veces se queda en estancias (las grandes fincas de aquí), al igual que las chicas eslovenas que conocimos el día anterior. Su madre, sin embargo, le paga la estancia en un hostel mientras este en el Chaltén, porque necesitaba descansar a su gusto unos días. Allí tiene pensado hacer trekking y buscar un trabajo para seguir viajando. Al igual que nuestras amigas eslovenas, son unas verdaderas aventureras de este siglo. Nuestra hija Mara, las mira con envidia, pero ella por ahora tiene que centrarse en sus estudios. Nosotros sabemos, que en cuanto pueda se irá a recorrer mundo. También es un espíritu aventurero.
Nos acercamos a nuestro destino. Al fondo la majestuosa silueta del Fitz Roy |
Tres aventureras: Mara, María, Miriam. |
El Chaltén al pie del Fitz Roy. |
Llegamos a El Chaltén. Nos compramos unos bocadillos de milanesa con tomate y lechuga, unas empanadas de.espinacas y fruta. Y después de dejar a María en su hostel, aparcamos y emprendemos la ruta hacia el Fitz Roy.
La ruta se inicia a las afueras del pueblo, por un sendero bien señalizado. En seguida el sendero empieza a ascender por una ladera empinada, entre hermosos arboles con raíces entre cruzadas. Durante este recorrido, contemplamos a nuestra derecha el grandioso valle donde se asienta El Chaltén.
El sendero atraviesa un hermoso bosque de Huemules. Son bosques milenario donde tenemos la sensación de estar contemplando verdaderos fósiles vivientes.
Llegamos a la laguna Capri. Es un espacio abierto, hermosísimo, rodeado de montaña. El agua es cristalina y se puede ver el fondo con gran nitidez.
Continuamos camino hacia El Fitz Roy. El sendera discurre por una alta meseta, entre variados arbustos que parecen verdaderos "Bonsáis" milenarios. Mara está especialmente motivada y tira de nosotros hacia la cumbre.
Mara, contemplando la ruta que nos llevará al Fitz Roy. Es la nueva Livingstone de la Patagonia!! |
De ahí continuamos el camino, pasando por espacios más abiertos, pequeños puentecillos que salvaban riachuelos, y nos paramos a comer en un espacio abierto, sentados sobre un tronco caído, con el sol de frente, y El Fitz Roy presidiendo la mesa. Nuestros bocadillos nos supieron a gloria, y una naranja. Continuamos ruta, pasamos por otro río más caudaloso de agua potable,(todos los ríos son potables) y allí rellenamos los botellines, casi ya vacíos. Vamos con buen ritmo, con calor y sol. Pero los paisajes son espectaculares, tanto por los sitios por los que pasamos, como por las vistas increíbles a las torres de piedra que conforman las cumbres del Fitz Roy y su glaciar.
Paso de troncos de arboles sobre uno de los innumerables riachuelos de esta alta planicie. |
Llegamos a la base de la montaña. Aquí empieza lo más duro de la ascensión, el sendero se convierte en un pedregal con una inclinación casi vertical. Mara está tan motivada, que tira para arriba y casi la perdemos de vista.
Llegamos por fin al lago helado del glaciar, al pie del Fitz Roy. Es impresionante, porque además de las cumbres te encuentras con un lago a los pies del glaciar, con una parte de su superficie congelada y otra de agua azul reluciente. Es todo un panorama!. Mara quiere bajar hasta el lago, y lo hacemos por el lado derecho que, está nevado, así que hundiéndonos en la nieve descendemos hacia el lago.
Manolo mete los pies hasta las ingles en un nevero, y no puede salir de allí, casi pierde las botas en el intento por liberarse.
Sufriendo la osadía de bajar por un nevero. |
Allí nos descalzamos y metemos los pies en el agua helada. Nos dejamos estar un rato después de la tremenda caminata.
Manolo y yo seguimos avanzando por el borde del lago, hacia la izquierda, hasta llegar a otra pequeña loma desde la que divisamos otro lago, justo el primero a los pies del glaciar que vierte en él. Tiene un intenso color azul turquesa.
En las fotografías, no se aprecia realmente el desnivel y altitud de estos parajes. |
Volvemos para hacer la ruta de regreso, que nos asusta un poco porque la bajada también es muy pronunciada. Pero hacemos muy bien esa primera parte del descenso. Y es más tarde, cuando el camino es más suave, cuando realmente empezamos a notar el cansancio, los pies doloridos, las rodillas forzadas..... Pero ha merecido la pena, y estamos muy satisfechos de todo lo que hemos visto y disfrutado.
Esta parte de la ruta, que discurre por la alta meseta, es mas suave y podemos caminar con más tranquilidad, pero la bajada tan empinada ha hecho mella en nuestras rodillas.
Bosque fósil. |
Es increíble la variedad de especies vegetales endémicas de esta zona. Es un paraíso para un botánico!! |
Arbusto y frutos de El Calafate |
En nuestro descenso, vemos encima de nuestras cabezas, a dos loros cortejando. No se asustan de nosotros, y siguen con sus juegos amorosos.
Pareja de loros Patagónicos |
Seguimos bajando por el sendero, y al fondo del valle vemos El Chaltén. Ya estamos cerca.
Hemos llegado al inicio de la ruta. Una doble sensación nos embarga, por un lado estamos muy cansados de la caminata, (más de 20 km de alta montaña) pero por otro lado tenemos mucha pena por abandonar este hermoso lugar. Todos decimos: volveremos!!!
De regreso a El Calafate, miramos por última vez la silueta majestuosa de el Fitz Roy. Está cambiando el cielo, que empieza a cubrirse de nubes. Hemos tenido mucha suerte con el tiempo, normalmente es muy difícil ver esta montaña sin nubes cubriéndola. El cielo nos a querido compensar por lo mal que se portó en Chiloé.
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